Por Marco Velázquez Cristo.
Yunior y quienes lo acompañan en la pretensión de marchar, si la concretaran, estarían marchando contra la voluntad soberana y los derechos del pueblo cubano. Aun cuando se sienten fuera del proyecto social que la gran mayoría de él, libremente ha decidido construir, viven en Cuba y son parte de ese pueblo al que, con un discurso hipócrita pretenden embaucar y empujar a cometer lo que significaría un suicidio como nación. Esa realidad los sitúa esforzándose por sacrificar sus propios derechos a cambio de promesas de prebendas que jamás tendrán y de dadivas que los envilecen.
Sí, él está convocando a marchar contra la voluntad soberana del pueblo que, por inmensa mayoría aprobó la Constitución que refrenda de manera irrevocable el carácter socialista de nuestro modelo social. Desconociendo, además los límites que ella establece a los derechos de las personas, entre ellos, los derechos de los demás, la seguridad colectiva, el bienestar general, el respeto al orden público, a la Constitución y a las leyes.
Vamos a suponer que se conforma el imposible hipotético escenario en el que sus mentores y ellos alcanzan su objetivo declarado de cambiar el sistema socialista por el capitalista, propiciando la dominación del país por EE.UU. y el regreso y ascenso al poder de la contrarrevolución miamense fiel vasalla y aliada del imperio, las preguntas:
¿Respetarían esos personajes los derechos del pueblo cubano?, ¿Le garantizarían el derecho a la vida a todos los ciudadanos?
La respuesta es NO, sus expresiones de odio irracional hacia todo el que entiendan apoya la Revolución que incluyen el pedido de tres días para matar, la esencia violenta de sus cabecillas, sus ansias de poder y sed de venganza que los llevan junto a despreciables vasallos a pedir la invasión por EE.UU. de la tierra donde nacieron con tal de satisfacer sus mezquinas ambiciones y bajas pasiones, así como sus antecedentes de actividades terroristas contra Cuba, no permiten darles ni siquiera el beneficio de la duda.
Conocida la calaña y negras entrañas de quienes representarían los intereses imperiales en un contexto de esa naturaleza, y la tradicional tolerancia del amo a los desmanes de sus súbditos, es fácil suponer que, desaparecerían la tranquilidad ciudadana, la seguridad pública, las pandillas y el crimen organizado volverían de regreso a las calles, trayendo de la mano la droga y la violencia, conformando un ambiente propicio para el florecimiento de las peores deformaciones de la conducta humana, en el cual deberían crecer, nuestros hijos y por supuesto los de Yunior y sus seguidores.
A ellos les pregunto, ¿Es eso lo que desean para sus hijos y para ustedes mismos?
Hay que significar que además de todos esos males, la educación y la atención de salud dejarían de ser gratuitas, y por lo tanto una gran mayoría no podría acceder a ellos, lo que significaría la pérdida del derecho que hoy tienen a eso.
¿Puede Yunior asegurar que todo eso no ocurriría?, NO. Entonces su marcha no es por derechos, sino contra derechos.
No dudo que, Yunior y acompañantes reciban como premio por haber vendido la patria a su peor enemigo algunas dadivas, si es que no las reciben ya, pero Roma paga a los traidores, pero los desprecia, y cuando los hayan exprimido como hollejos y ya no los necesiten los arrojarán a un lado y entonces añoraran todo lo que ahora tienen y que ellos mismos se habrán quitado.
Quizás la egolatría, la falta de valores patrios y las ambiciones que esconden en sus pechos, no los dejen ver que, para aquellos a los que hoy sirven de punta de lanza contra su propio pueblo, solo serían ciudadanos de segunda a los que le arrojarían algunas migajas bajo la mesa.
Todo eso sin mencionar que tendrían que batallar con la contrarrevolución tradicional interna para tratar de arrebatarle el mayor porciento de esas migajas, la cual dicho sea de paso ya los mira con ojeriza, no por diferencias ideológicas o de manera de pensar, sino porque los ven como competidores a la hora del reparto, ese que nunca llegará.
No obstante Yunior y compañía, no deben preocuparse, los cubanos dignos, los que no nos vendemos, los agradecidos, los que nos crecemos ante las dificultades, los que sabemos lo que significa la Revolución para Cuba, los que llevamos en nosotros el decoro que a ellos les falta, sabremos defender la obra humanista revolucionaria, preservar los derechos conquistados para todos, incluyendo por supuesto los de ellos, aunque se empeñen en cederlos y garantizaremos la felicidad y ambiente seguro y sano para nuestros niños, incluyendo naturalmente la de sus hijos.
Tomando prestado el título del poema “Mi venganza personal” del comandante sandinista Tomás Borges, les digo a Yunior y seguidores:
Mi venganza personal será darles un espacio en la marcha de nuestro pueblo, hacia el socialismo prospero y sostenible que es la meta que nos hemos propuesto alcanzar.
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