Por: Marco Velázquez Cristo.
Es la hora del recuento y de la marcha unida y hemos de andar, en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.
José Martí.
Corren aires y suenan tambores de guerra en una zona de paz, parece paradójico pero está ocurriendo así, y es que EE.UU. no puede dormir en paz pensando en como robarse el petróleo venezolano, sabe lo que significa para poder en un futuro próximo sustentar su desenfrenado e irracional consumo de ese hidrocarburo que, según los expertos en aproximadamente 50 a 60 años sus reservas se agotarán.
Las elites que gobiernan el imperio están conscientes de esa realidad, conocen que, ocupan holgadamente el primer lugar mundial en el consumo del mismo; que los combustibles fósiles siguen dominando la matriz energética de su país, cubriendo aproximadamente el 80% de ella, así como que en el año año 2000 consumían per cápita ocho veces más energía que el África subsahariana y que en el 2012 desperdiciaban el 61% de la energía que producían.
En esencia EE.UU. necesita del petróleo ajeno para alejar lo más que pueda en el tiempo la incidencia negativa sobre su economía y sociedad del agravamiento de la crisis energética que de acuerdo con los científicos debe comenzar a manifestarse y a afectar al mundo en pocas décadas. Guardar el suyo y gastar el de otros esa es su filosofía.
La sociedad norteamericana acostumbrada a gastar sin control de todo, incluyendo la energía, ante un escenario en el que se vean obligados a reducir su consumo es predecible que reaccione con fuerza y se cree una situación interna compleja que no le conviene a los gobernantes estadunidenses.
El imperio es como un parásito que pretende sostener su opulencia y vivir a costa del mundo, al que para colmo cuando le paga lo hace con dólares que no son más que papeles que no tienen respaldo productivo alguno.
Por eso ahora pretende utilizando cínicamente una hipócrita preocupación humanitaria engullir a Venezuela, mueve tropas y títeres para garantizar el éxito de su infame propósito. En este contexto hacer fracasar los planes imperiales evitando la guerra es equivalente a ganarla.
Otra variante conduciría a un derramamiento de sangre latinoamericana que enlutaría a familias pobres y humildes de nuestra región, pues serían sus hijos que no tienen motivo alguno para ser enemigos de sus hermanos venezolanos los que combatirían contra ellos.
Los hijos de los ricos y de los que promueven la guerra nunca combatirán o morirán en ella.
Los venezolanos no tendrán otra opción que luchar si les imponen la guerra, muchos de los mejores hijos de esa tierra inevitablemente caerán en defensa de la dignidad y la soberanía de su patria, por el honor y el decoro de los pueblos de la América nuestra.
Es deber de hombres honrados, de hermanos estar junto a ellos.
Es el momento de que las organizaciones y partidos de izquierda dejen a un lado sus diferencias y se unan en un frente único para frenar la apetencia yanqui. No es hora de pensar en intereses sectoriales, sino con sentido de patria grande, tenemos un enemigo común, hagamos causa común contra él.
Los que nos adversan tienen a los grandes medios y sus cajas de resonancia, nosotros tenemos grandes razones y toda la fuerza de las personas honestas del mundo. Movilicemos voluntades, no permitamos que se adueñen de las redes sociales y las utilicen para confundir, desmovilizar y trasladar sus fake news, denunciemos la felonía de los que pretenden erigirse en dueños del mundo.
No importa que bloquen perfiles, relenticen las entradas a nuestras plataformas, obstaculicen el alcance de los materiales que publiquemos; entre más seamos esos mecanismos se irán volviendo ineficaces y llegará un momento en que colapsarán sus programas informáticos diseñados para hacer prevalecer su hegemonía en la internet.
No pueden, no tienen la capacidad de controlar o anular la actividad de millones y millones de personas que distribuidas por todo el mundo esten decididas a hacer prevalecer la verdad y a combatir en defensa de la justicia y del pueblo venezolano.
Vamos a unirnos y a convertir la internet en un avispero capaz de derrotar las mentiras y la perfidia del imperio y sus aliados; convencidos que, «No existe en el mundo fuerza capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas».
«Vamos ¡upa!, ¡carajo! que para amanecer no hacen falta gallinas sino cantar de gallos…»
Alí Primera
Confío en que Venezuela salga adelante y que el mundo no permita un genocidio más.