Vamos camino a vencer la Covid-19: ojalá el mundo nos estuviera acompañando en ese andar hacia la victoria.

Por: Marco Velázquez Cristo.

El éxito de Cuba en la batalla contra la Covid-19, que la lleva camino a vencer la epidemia de esta, y la mantiene en el primer lugar en América en porciento de pacientes recuperados de esa enfermedad, hace sentir  orgullo y alegría por esos resultados de nuestro sistema de salud, apoyado por el esfuerzo de todo un pueblo.

Se recuerda y agradece  a Fidel por lo que hizo y aun hace a través  de sus ideas y legado por hacer de Cuba una potencia médica. A él, a los que durante estos años han luchado por ese sueño, hoy  hecho realidad, y a sus continuadores que batallan contra el SARS-CoV-2 nuestro eterno agradecimiento.

Pero ese éxito y ese primer lugar estoy seguro que al Jefe de la revolución cubana, al igual que a todos los que continuamos defendiendo la obra que nos legó, le hubiese gustado que fuera compartido con todos los países hermanos de Latinoamérica, que satisfacción que estuvieran a nuestro lado en el primer lugar del podio, el triunfo sabría mejor.

Asimismo, si la mayoría de los países del África, esos por los que tanto se desveló,  no estuvieran esperando prácticamente desvalidos la brutal embestida de la Covid-19; si sus sistemas de salud fueran fuertes y capaces de proteger a sus pueblos, entonces él y nosotros estaríamos más felices, porque eso significaría para Latinoamérica y el África   miles de muertos menos, enormes sufrimientos ahorrados y una perspectiva de control de la enfermedad, aun cuando esta se tornara como se pronostica endémica, más eficiente y con menores riesgos de una segunda oleada.

Patria es humanidad decía el apóstol, haciendo honor a ese concepto martiano, desde los primeros años del triunfo de enero del 59, la dirección de la Revolución  encabezada por Fidel envió médicos cuando aún no teníamos los que hoy tenemos a ayudar a países pobres. El primero, Argelia, al respecto el Comandante en Jefe diría: “…hay cuatro millones más de argelinos que de cubanos y el colonialismo les ha dejado muchas enfermedades, pero tienen solo un tercio e incluso menos de los médicos que nosotros tenemos. (…) Por eso (…)  necesitábamos 50 médicos como voluntarios para ir a Argelia…”. Estábamos compartiendo lo que teníamos, no lo que nos sobraba, por demás médicos nunca sobran, siempre hacen falta.

Nada ha podido impedir la solidaridad de Cuba,  ni el cruel bloqueo a que ha sido sometida, ni el hostigamiento, ni las amenazas del imperio. Infatigable e imperturbable ha mantenido el envío  de personal de la salud a los más apartados rincones del planeta en auxilio de los más desposeídos, y en el contexto de la actual pandemia también a países muchos más poderosos económicamente y en recursos que ella, pero jamás su solidaridad ha sido condicionada.

Su gesto altruista no puede ser empañado por campañas de descredito, ni por las falacias que se inventan nuestros enemigos. Les duele su hidalguía y temen a su verdad.

Cuando denuncia que, sí el dinero que se dedica a gastos militares se hubiera destinado a fortalecer los sistemas de salud de los países más pobres y hacer asequible y gratuita la atención médica para todos en el mundo; hoy la Covid-19 no se habría cobrado tantos miles de vidas, irrita a los egoístas,  indolentes, avariciosos y enfermos de poder que gobiernan muchos de los países que más gastan en armamentos y guerras,  a esos que de manera irracional en vez de poner los cuantiosos recursos monetarios y tecnológicos que poseen en función de la vida, los ponen al servicio de la muerte.

Y es ese sombrío escenario mundial al cual la Covid-19 contribuye a oscurecer, el que no permite que nuestra felicidad por el  éxito y el triunfo que se avizora sobre ella, pueda ser completa, han muerto y aún siguen muriendo muchos que pudieron y pueden ser salvados, persiste el desamparo de los más desposeídos y vulnerables ante ella, el sufrimiento de millones de seres humanos se incrementa pues las economías se recienten y la falta de políticas inclusivas y de beneficio social hacen que el impacto negativo de esta situación eleve los índices de  pobreza, el hambre, la desigualdad social, la insalubridad  y la falta de acceso a los servicios básicos de salud. Es una verdadera tragedia lo que está ocurriendo en esas naciones.

Entonces como revolucionarios educados por la Revolución en principios humanistas y solidarios  no podemos disfrutar a plenitud nuestro triunfo.

Ojalá un día podamos decir junto a nuestros hermanos de la región, “Latinoamérica Salva”, mejor el “Mundo Salva”. Mientras sigamos luchando por un mundo mejor que es posible.

 

 

 

 

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