Por: Marco Velázquez Cristo.
La divulgación de informaciones y la práctica de la crítica constructiva, la que busca solucionar el problema que señala o censura, entrañan una responsabilidad ética, social, cultural y patriótica.
La decisión de esparcir una determinada noticia tiene que estar antecedida de una evaluación de todos sus componentes. En el sitio digital de la emisora Radio Rebelde se ilustra como se debe proceder para evitar ser propagador de una de las llamadas fake news de manera inconsciente. Claro, nunca faltan los que lo hacen de forma mal intencionada respondiendo a algún censurable fin.
Las redes sociales han devenido en espacio propicio para que personas con poco sentido ético, respondiendo a necesidades de reconocimiento o de protagonismos, así como para canalizar insatisfacciones, molestias por presuntas afectaciones o animadversiones políticas, den salida a todas estas diríamos que urgencias difundiendo noticias falsas, convoyadas con su correspondiente “critica” a lo que señalan como supuestamente mal hecho.
Este fin de semana se produjo una de esas censurables catarsis. Se publicó una fake news ya denunciada en 2017 sobre supuestos cambios en las disposiciones vigentes de la Aduana Cubana sobre el despacho aduanero de los viajeros y sus pertenencias, en particular de la eliminación del pago en CUP en la primera importación que realizan, algo totalmente falso y que la Aduana General de la República vuelve a desmentir en su sitio oficial.
La reacción de algunos de los seguidores del “denunciante” fue bochornosa, pretendieron a ultranza, autentificar y respaldar la mentira. Se lanzaron de cabeza en piscina vacía. No voy a erigirme en su censor, mejor sería escuchar lo que tienen que decir, expuestos como están ante los que pretendieron engañar para catequizarlos a su mala causa difamatoria.
Quien encabezó tan deplorable acción pedía que un sitio oficial le diera respuesta; se la dieron. Ahora le toca a él esclarecer ante la opinión pública por qué actuó de la manera que lo hizo irrespetando a sus compatriotas y faltando a la verdad. Sería loable que quien se ha asignado la función de juez de toda la sociedad, públicamente se autocritique y pida disculpas a los que ofendió.
Para tener moral para juzgar el quehacer de otros ante todo hay que tener vida limpia y coherencia, que incluye el no codearse jamás con la indecencia, ni denigrar de la tierra en que se nació, muchos menos a cambio de míseras dádivas. No se puede predicar en calzoncillos.
Decía el gran Miguel De Cervantes, “Es tan ligera la lengua como el pensamiento, y si son malas las preñeces de los pensamientos, las empeoran los partos de la lengua”.