Notas introductorias para una meditación en curso. (II). Mercado y mercado, en el proselitismo al uso o… “…el mercado existe más allá de nuestra conciencia”. (II)

Tomado del Facebook de Carlos Aristides Luque.

“…hay una buena parte de la economía burguesa de la cual se pueden extraer herramientas de cálculo que hasta hoy la economía socialista ha ignorado y de la cual ha ido a extraer solamente el más negativo y significativamente capitalista, como es la herramienta del control por el mercado.”

     .                                       Che en carta a Fidel el 26 de marzo de 1965

Para cierto personaje que participa activamente en las redes sociales, ser – y, ¡horror!, atreverse a declararlo públicamente, – fidelista, revolucionario, marxista y leninista, para servir al pueblo en la construcción socialista, es un acto equivalente a “desgarrarse las vestiduras”. Téngase en cuenta que ese acto, es decir, el “desgarramiento”, se lo reprocha a un empresario público cubano (de ETECSA, por más señas) que lo habría declarado, en vez de limitarse a tratar el tema de cómo hacer más eficiente su empresa. 
Por supuesto que esto último es muy importante. De nada valdría la declaración verbal si no se corresponde con su concreción práctica: la eficiencia y eficacia en el desempeño de las responsabilidades del ejecutivo.
Pero hete aquí cómo enseña su oreja (no de poeta) una muestra de esa típica forma del pensamiento economicista, tan caro y conveniente al neoliberalismo y a su equivalente apasionamiento (ideológico) desideologizante…


Cuando medito en declaraciones de esta índole, por cierto, muy frecuentes entre, más que críticos, denostadores consuetudinarios y a ultranza de casi toda iniciativa partidista o gubernamental cubanas, y que, por añadidura, se consideran revolucionarios, uno de mis más placenteros menesteres, es buscar correspondencias, coherencias, en las tesis o argumentos del discurso que me revelen hasta donde le sea posible a mis limitadas herramientas cognoscitivas no especializadas, los fundamentos cosmovisivos del enunciante en cuestión. Un análisis textual que habría que extender a todo lo escrito por el autor de que se trate, pero que nos limitaremos en este caso a unos breves apuntes sobre el texto puntual. No nos interesan aquí los disparos ad hominem, sino la discusión de ideas y el examen de argumentos para los que no sean sordos para oír, ni ciegos para leer.


Hay varias ideas-argumentos que aparecen con marcada frecuencia entre los más entusiastas defensores de la propiedad privada y el mercado en el curso de la actualización cubana.


Aunque cuando polemizan con quienes ellos creen que se oponen a la utilización de ambas categorías -, y entonces recuerdan rápidamente que la voluntad de utilizarlos está refrendada en los acuerdos documentados, discutidos ampliamente y aprobados al respecto, es decir, los conocimos como los Lineamientos y la Actualización, y ahora la nueva Constitución, – pareciera que no se detienen a pensar que la utilización de esas categorías en el proyecto socialista, esencialmente definidoras del sistema capitalista, implican, si precisamente no del chino o del vietnamita sino del proyecto socialista cubano se trata, una creación de lo inédito, una especie de salto en el vacío: cómo utilizar la propiedad privada y el mercado en cuanto estas, como categorías económicas (no la mera propiedad individual, ni la relativamente pequeña propiedad privada de un cuentapropista) es una pieza esencial de lo que define la cultura, la ideología, la política, la economía y la configuración misma del ser humano en el capitalismo.


Claro que ante afirmaciones como esta última, saltan prestos los que acusan de dogmatismo o guardianes de la fe a quienes se atrevan a recordarlo y advertirlo. Pero antes debiéramos detenernos un poco y atender no a las etiquetas, sino al conocimiento acumulado.


El texto que motivó estas reflexiones acude inicialmente a una de esas ideas-fuerza que, si bien se mira, comienzan a formar parte coherente del sistema de pensamiento cuasi des-ideologizado de quien le exige a un empresario que se ahorre su filiación ideológica y se limite a su función económica: pero en efecto: “Reconocer la existencia del mercado no es una traición a los ideales socialistas o progresistas, o de izquierda, como se les quiera llamar”. 


La afirmación es un poco ambigua, pues reconocer que existe la guillotina no me hace verdugo, pero creo que debe entenderse en el sentido de que su autor propone que “aceptar la utilización del mercado en un proyecto socialista…”, no es una traición, etc., etc. 


Pues bien, ¿cuál es el primer socorrido – ya dije antes, muy utilizado -, argumento para sostenerlo? Veamos el exacto argumento “leninista” del autor: “…el mercado existe más allá de nuestra conciencia”. 


En primer lugar, ¿no estamos ante cierto resignado positivismo?, ¿o no? Nos topamos con otra Iglesia, Sancho, pues, ante un elemento inamovible de la historia, nada que hacer. Nótese, de inmediato, que el sentido de esta afirmación es correlativo a otra que leemos a menudo: que el mercado ha existido desde siempre, y que por lo tanto es un elemento cuasi natural, una creación del mismo ser humano y, por lo tanto, consustancial a su ser gregario, productor y consumidor. Pues resulta que esto, dicho así, sin mayor precisión, es falso de toda falsedad. 


Y conduce a una grave confusión: no es lo mismo utilizar los mecanismos del mercado, en cuanto a lo que significa puntual y específicamente (que es lo que se echa a un lado) el mercado de la forma capitalista de producción en una sociedad capitalista, que tratar de utilizar ciertos componentes del mercado, porque se imponen globalmente en el mundo de hoy, en aras y de forma tal que podamos adaptarlo y utilizarlo en un proyecto de carácter anticapitalista y antimperialista. Pero para eso hay que distinguir el mercado del mercado. Me explico.


El lector paciente e interesado que desee defenderse airosamente de esas limitaciones expositivas, ideológica y cosmovisivamente interesadas, pudiera acudir a un libro cenital, escrito en 1944, ninguneado en aquella fechas, pero cada vez más admirado y leído hoy, simplemente porque los hechos demuestran sus tesis. Afortunadamente a mano en nuestras librerías: tengo a mi vera La gran transformación, crítica al liberalismo económico, de Karl Polanyi. No puedo reseñar su contenido, que los textos digitales deben ser todo lo breve que sea posible. Sólo advertir que para desarmar y no dejarse manipular por afirmaciones tan simplistas acudiendo por los pelos a la teoría del reflejo de Lenin en Materialismo y empiriocriticismo, conocer los resultados de la investigación de Polanyi, resulta aleccionador y vacunante.


Apuntemos sólo brevemente que el autor nos ayuda a comprender que primeramente el mercado, o mejor, determinado concepto de “mercado”, no ha existido “siempre”, en todo momento y lugar, desde que la especie humana existe. Y una de las primeras consecuencias de esa confirmación empírica, mediante el estudio de diversas civilizaciones y grupos o enclaves étnicos, es ciertamente que no debemos confundir la existencia del mercado con la del capitalismo, pero que el mercado capitalista es algo sustancialmente diferente. 


Por eso en otro lugar, haciendo honor a Perogrullo, opiné que si alguna vez la humanidad vive plenamente en una forma social diferente al capitalismo, la institución mercado puede adquirir otra fisonomía, pero mientras haya intercambio algo existirá como espacio para su realización, semejante a esa función. Eso parece eterno si es eterna la humanidad.
Porque de aquí salta la primerísima advertencia importante: cuando hablamos de mercado tenemos que precisar a qué nos estamos refiriendo.

Si se quiere, “el mercado“ ha existido siempre, si le queremos llamar así a cualquier espacio localizado donde se adquiera un determinado bien, ya sea dando a cambio un equivalente importante, comúnmente aceptado (en cierto momento pudo ser la sal, por ejemplo, de allí el moderno “salario”), o por medio de un simple trueque. Incluso desde que existió alguna forma más evolucionada de la forma dinero (ese equivalente universal aceptado en una determinada cultura) todavía no puede hablarse ya de ese otro significado de mercado propiamente capitalista. 


Y esta es la cuestión medular: Polanyi nos permite distinguir entre aquella primera acepción de mercado, plausiblemente “eterno” y el mercado como dispositivo de la reproducción capitalista. Incluso este autor demuestra que eran esencialmente diferentes por una parte el mercado local (es decir, el que funcionaba en los burgos, en las proto ciudades medievales, donde, por ejemplo, se penaba o impedía al intermediario para controlar los precios), que, por otra parte, el mercado de largas distancias, y que se procuraba que esa distinción se mantuviera con toda claridad. Hablar de mercado, por lo tanto, exige cuidado y conocimiento.


El mercado como espacio físico (o ahora virtual) donde se verifica el intercambio, es propio de toda actividad económica, pero hay otro significado, no espacial, no tangible, y es propio de una era, acotado a un sistema histórico, y por lo tanto llamado a cambiar: el mercado en cuanto es una plena institución capitalista. Si alguna vez existiera plenamente el socialismo y el comunismo también estaría dado, sometido y condenado a cambiar, pero en cada caso el mercado, no como espacio conceptual de intercambio, sino como definidor de cómo el hombre crea, se apropia y distribuye la riqueza, será algo diferente cada vez. Por lo tanto, el de Cuba, hoy, tiene que contener, hay que crear, esos rasgos distintivos que anuncien, así sea lejanamente la tendencia socialista del camino a seguir.


Pero comentemos muy brevemente a Polanyi, para motivar su lectura y porque es necesario para argumentar y evitar caer presa de lugares comunes. 


(Un ejemplo sutil de lugar común hartamente repetido, y que nuestro comentado subraya, es atribuir a Adam Smith la defensa del mercado como la famosa mano invisible que todo lo regula. Aunque el insigne economista utilizó la metáfora, no lo hizo en el sentido aquiescente, positivo y defensivo que se le atribuye. Pero ese es otro tema, aunque demostrativo de la fragilidad de ciertos presupuestos en que basan ciertos proselitismos en el debate actual.)


Polanyi parte del estudio de distintas formas sociales pre capitalistas, precisamente para seguir la ruta filogenética, diacrónica, por decirlo así, del modo de ser económico humano en varias manifestaciones culturales, en busca de algún rasgo común definidor, si los hubiere, que le permitiera entender los rasgos distintivos de la gran transformación del mercado capitalista que estudia. Y al respecto establece una conclusión apasionante: en todas ellas, dicho de modo muy sucinto, la economía funcionaba como un subsistema, subordinado y formando parte interna del sistema social, sin elevarse ante él como un ente distintivo, definidor y controlador, de todos los otros componentes del sistema. Es decir, Polanyi descubrió, sin ser ortodoxamente marxista, pero funcionando en algunos aspectos gnoseológicos en gran medida como tal, que no resultaba lo mismo que la sociedad se supedite, como una simple función del subsistema económico, a él sometido, (lo cual es lo propio y definidor del capitalismo, y su forma de mercado, por cierto), a que el subsistema económico sea parte y se deba al sistema social (que es la aspiración socialista). O dicho de otro modo, no es lo mismo la subordinación de lo social a lo económico (que es lo propio del liberalismo y el neoliberalismo capitalistas) que lo económico se subordine a lo social. Polanyi razona de este modo: “La importancia vital del factor económico para la existencia de la sociedad excluye cualquier otro tipo de relación, pues, una vez que el sistema económico se organiza en instituciones separadas, fundadas sobre móviles determinados y dotadas de un estatuto especial, la sociedad se ve obligada a adoptar una determinada forma que permita funcionar a ese sistema siguiendo sus propias leyes. Es justamente en este sentido en el que debe ser entendida la conocida afirmación de que una economía de mercado únicamente puede funcionar en una sociedad de mercado.”


Y es así como debe entenderse ese otro significado de mercado, que conlleva distintas perspectivas y decisiones políticas. (Mientras esto escribo acabo de leer, por ejemplo, una declaración de nuestro presidente advirtiendo que no se deben tolerar aumentos de precios, para que los aumentos salariales futuros signifiquen un aumento del poder adquisitivo real. Los que dicen no saber que es el socialismo allí tienen un buen ejemplo tendencial.)


Polanyi demuestra que en las formas culturales pre capitalistas, la conducta social no tenía como aspecto regente u objetivo primordial de la realización humana la posesión y acumulación de bienes materiales, sino la aspiración determinante era alcanzar status de prestigio social y los correspondientes derechos sociales. Para que estas notas lo sean, aquí me detengo. Pero estas reflexiones deben continuar. Se aprecia cualquier contribución.

 
 
 
 

Un comentario sobre “Notas introductorias para una meditación en curso. (II). Mercado y mercado, en el proselitismo al uso o… “…el mercado existe más allá de nuestra conciencia”. (II)

  1. Hay que leer a Polanyi con detenimiento, sentido crítico y conocimiento del trasfondo de La Gran Transformación, en la cual su autor hace una dura crítica al marxismo, Se trata de buscar convergencias y puntos comunes entre el pensamiento de Marx y Polanyi.para evitar que el neoliberalismo y el antimarxismo se apropien de Polanyi Véase, “Marx y Polanyi. La posibilidad de un diálogo”: Carlos Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero»https://marxismocritico.com/2013/01/18/marx-y-polanyi-la-posibilidad-de-un-dialogo/

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