Por: Marco Velázquez Cristo.
Los “nuevos revolucionarios” andan muy ocupados en estos días dando recetas para el escenario postepidemia, como siempre, hacen planes, analizan la situación sin tener la información necesaria y confiable sobre lo que proyectan sus “medidas” y terminan advirtiendo que, “el tiempo se acaba”.
“Detallan” minuciosamente todo lo que hay que hacer, recomiendan hasta la forma en que se deberán alimentar los puercos, gallinas, vacas, etc. Además por si acaso a la dirección del país se le olvida, advierten que, pronto llegará el verano, en Cuba se calienta y hierve el agua, y las tareas hogareñas consumen energía eléctrica.
La “agudeza” de su análisis es tal que son capaces de percatarse de que, entre los entretenimientos preferidos de los cubanos están la televisión, el vídeo y escuchar música en equipos que funcionan con electricidad. Insuperable descubrimiento.
Realmente tienen capacidades “excepcionales” y atrevimientos aún mayores, como no afirmar eso viendo como son capaces de evaluar a los cuadros del Estado y orientarle a la dirección del país revisar la situación de algunos, que según ellos parecen no estar funcionando como hace falta. Decía Albert Einstein, “Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana, y del universo no estoy seguro”.
Sin embargo se les escapa un “insignificante” detalle, la incidencia negativa del bloqueo sobre la economía cubana que, genera obstáculos, pérdidas y gastos adicionales de consideración que no estarían presentes en condiciones normales de operación de la misma, lo que obliga a la búsqueda de soluciones a esos problemas no previstas en los libros de economía, algo a lo que se refirió el Ministro de ese ramo en una de sus intervenciones. Pero ellos toman la varita mágica y los resuelven de un solo giro de la misma.
Ese “pequeño” desliz, les quita de manera total, la credibilidad a lo que puedan recomendar. Resulta inadmisible que, personas de una alta preparación profesional, olviden algo que resulta tan obvio.
Esto de los planes internenianos para resolver los problemas económicos del país en los cuales no se toma en cuenta el bloqueo, no es nuevo. Recordemos el plan para estabilizar la economía cubana expuesto por uno de estos expertos. Él dividió su propuesta en tres partes fundamentales y las dotó de una hélice, olvidando el timón, por lo que si las arrancábamos íbamos directo al capitalismo.
Solo resulta comprensible que una persona se considere con capacidad de ver soluciones que cientos, quizás miles que trabajan en el sector económico no alcanzan a avizorar, si esta aun sin ocupar posiciones de poder, padezca del Síndrome de Hubris que es un trastorno del tipo paranoide que genera en los sujetos afectados un ego desmedido, una sobrestimación de sus capacidades, conductas excéntricas y una subvaloración de los criterios ajenos, que en sus casos pudiera estar combinado con el “Síndrome de Dunning-Kruger”, el cual se describe como la tendencia de las personas con menos talento a considerarse como los más capacitados.
Puede parecer forzado el señalar el ultimo padecimiento a quienes en su mayoría han logrado vencer estudios universitarios, pero su comportamiento actual dice que o cometieron fraude o se robaron los títulos, porque este constituye una manifestación de supina ignorancia y ceguera intelectual. Charles Darwin sentenció, “La ignorancia engendra más confianza que el conocimiento”.
No menciono la posibilidad de que algún papel verde, sea uno de los causantes de sus padecimientos, porque ya están bastantes alterados y no deseo provocarles un ataque de nervios.
A lo anterior hay que agregar que sus propuestas en la mayoría de los casos constituyen invitaciones a retrotraernos al capitalismo, y en otras son torpes intentos de jugadas de engaño con los mismos fines.
Déjemelos descubriendo el agua tibia, alimentando puercos, chivos y gallinas, virtualmente porque si les dicen de ir a hacerlo en la práctica se infartan, alertando de la “desconocida” llegada del verano y hasta creyéndose Jefes de Cuadro del gobierno, en definitiva así se entretienen, y no siguen con la pisinguilla de que son víctimas de una conspiración perversa.