Los jueces de todo: creadores de nada

Por: Marco Velázquez Cristo.

Se avecina un nuevo año, y comienzan los apocalípticos a hacer sus recuentos virulentos del actuar del Estado durante el que termina, con sus correspondientes idas y venidas “criticas” a lo largo del proceso revolucionario y sus infaltables pronósticos pesimistas sobre el futuro inmediato del país.

Pienso que sus conclusiones y recomendaciones carecen de la buena intención y de la objetividad necesaria para ser tomadas en cuenta. Antes de: escribir largos y enrevesados textos con los que tratan de demostrar una sapiencia superior a la de cualquier otro mortal, de exigir, criticar y proponer deberían preguntarse, ¿qué han hecho, hacen y tienen pensado hacer para contribuir a alcanzar el ideal de país que todos los que queremos el bien para Cuba deseamos tener?

Estos personajes en sus análisis soslayan cuestiones fundamentales, por ejemplo: cuando evalúan las decisiones que fueron adoptadas en los primeros años de la Revolución no toman en cuenta, las circunstancias adversas que en el orden interno y externo tuvieron que enfrentar sus dirigentes, entre ellas: la precaria situación económica, la pobreza, la insalubridad, el analfabetismo, la inseguridad social, las acciones subversivas y actividades terroristas organizadas y financiadas por EE.UU., quien además, instauró su cruel bloqueo apenas transcurridos dos años del triunfo de enero del 59.

Asimismo, obvian en sus exámenes de esa etapa que, los que asumieron la dirección del país en situación tan extremadamente compleja eran jóvenes, su promedio de edad era de 33 años. Ellos tuvieron que madurar y desarrollarse como cuadros de dirección en medio de tales adversidades.  

Hoy “estrategas” de plumas fáciles, “generales” sin batallas, pretenden juzgarlos y dar lecciones de como debieron hacerse las cosas. Pobres ególatras presas de su vanidad.

Cuando juzgan con ojo “critico desprejuiciado” las acciones estatales durante el 2021, yerran a conciencia al restarle magnitud al impacto negativo del recrudecimiento del bloqueo y la pandemia sobre la economía nacional, y magnificar el del que se ha dado en llamar bloqueo interno. De acuerdo con sus “valoraciones” ese es el causante de todos nuestros males, entiéndase que el gobierno y sus errores son los culpables.  

Y no estoy negando con lo dicho el derecho a opinar a nadie, de lo que se trata es de ser honestos, justos y objetivos, porque muchos de estos críticos no asumen con transparencia la posición política y las ideas que profesan, se disfrazan de “revolucionarios preocupados” por los destinos de Cuba para hacer cuestionamientos dirigidos a tratar de desacreditar las decisiones tomadas a lo largo de la Revolución, incluyendo las que se implementan actualmente, intentando abrir espacios para posicionar las suyas.   

Dichosa Cuba de que solo puedan cocinarse en su propia salsa.

No pueden ser tomados como interlocutores válidos quienes tratan de introducir en los debates sobre los problemas de la nación a actores foráneos antagonistas de la Revolución. En Cuba existe suficiente talento, experiencia, correcta apreciación de la realidad y un amplio camino recorrido en revolución para saber lo que tenemos que hacer para lograr sacar adelante el país.

Lo anterior no significa un llamado a desconocer las experiencias positivas desarrolladas en otros lares, las cuales, en mi modesto entender, apreciadas con visión propia adaptada a nuestra realidad, no resulta ocioso estudiarlas.

Las recetas son fáciles de dar, lo difícil es indicar el medicamento adecuado para la dolencia que se pretende curar.

Es poco serio y nada creíble decir que se defiende la revolución socialista, mientras se formulan propuestas totalmente contrarias al socialismo y a las políticas que se instrumentan en función de desarrollarlo, se atacan las instituciones estatales o se muestra ojeriza hacia ellas, haciendo loas a la propiedad privada presentándola como la solución mágica a todos nuestros problemas.

No se trata de esconder errores, sino de ser justos y respetar el mérito.

Además, la prueba más fehaciente de que los errores que se puedan haber cometido, no tuvieron un carácter estratégico es que, la Revolución se ha mantenido en pie a pesar del acoso imperial, de su bloqueo genocida y de la perfidia de sus vasallos internos.

Los que nos dirigieron nos trajeron hasta aquí. Los que hoy junto al pueblo dan continuidad a la obra que ellos iniciaron nos sacarán adelante nadie lo dude.

Nota: no me he detenido a detallar sus cuestionamientos e “inconformidades” porque no deseo convertirme en propagador de sus desaciertos mal intencionados.  

 

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