Por: Alexia Dearmas
Nunca pensé en esto hasta que sucedió, me aterraba la idea de dejar los libros, las libretas, los profesores y las malas noches por exámenes al día siguiente. Pero una vez que comencé la realización de mi tesis… empezó la cuenta regresiva.
La idea de dejar de ver a mis amistades a menudo me intranquilizaba, ser “la nueva” me desagrada, pues te convierte en el centro de atención y de todas las miradas, hasta que se acostumbran a tu presencia, y tu aceptas que emprendiste otra etapa en tu vida… la laboral.
Adaptarme al nuevo ambiente, no fue fácil, después de 5 años sentada en un aula, escuchando a profesores, concentrada en tratar de tomar notas cuando elevaban su tono de voz, rodeada de personas, algunas en tu mismo estado… otras, que ni estaban, no tiene similitud al medio de un centro laboral, donde las exigencias de las responsabilidades contraídas, presionan sobre ti.
Ahora cuando voy camino al trabajo y veo a los estudiantes subiendo presurosos “La Colina” para no llegar tarde al turno, por disciplina o para evitar que les quiten el derecho a prueba, en esos momentos, pienso: -“Yo también corrí así, …que vieja estoy”, luego me rectifico he comenzado una nueva etapa de mi vida.
Comprender que el ser humano pasa por diferentes etapas en el transcurso de su existencia, que se entrelazan entre sí pero que implican cambios que nos marcan, me ayudó a superar los retos que me han ido imponiendo las que ya he transitado, el estudiante recibe, el trabajador aporta, ¿diferente verdad?.
Y entre los vaivenes de la vida voy superándome a mí misma, poco a poco dejo atrás mis temores, gano en seguridad, me desarrollo profesionalmente, bebo de la experiencia de los demás, me dejo ayudar, y de momento percibo que corro de nuevo subiendo La Colina esta vez de la universidad de la vida, arriba me espera la prosperidad.