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Por: Marco Velázquez Cristo.
Los defensores de Andy Vázquez, ciberjusticieros de parcial sentido de la justicia, alborotadores del internet, a los que no les interesa el “defendido”, sino aprovechar la oportunidad para lanzarse contra el Estado; ahora callan. Su socorrido los dejó, colgados de la brocha.
El humorista primero dijo no tener intenciones de quedarse en EE.UU., ahora manifiesta que, no regresará a Cuba mientras esté el gobierno actual, aunque eso implique dejar de ver a su pequeña hija. Asegura que siempre pensó no regresar y que tiene miedo hacerlo, miedo que no ha podido explicar su motivo, al mejor “representante” de la vulgaridad y la suciedad de lo más rancio de la contrarrevolución asentada en Miami, Alexander Otaola. Hasta ese nivel ha descendido Vázquez.
Por ese evidente deterioro moral a de esperarse que, pronto aparezcan mentiras como: no dejan viajar a su esposa, la Seguridad del Estado la acosa, y la niña sufre la ausencia de su padre por culpa del gobierno cubano que viola los derechos humanos y reprime al pueblo.
Llevo tanta razón que, en el “programa” del histérico, estridente e inmoral Otaola en el que participó, manifestó que, “… en Cuba el que salga con un cartel le caen a palos (…), me estoy acostumbrando a los derechos y a la libertad,(…) cuando se me pase el miedo comenzaré a hablar”. Ese es Vázquez en su nuevo papel de caja de resonancia de los enemigos de su patria.
Él sabe perfectamente que nada le pasará si vuelve. No se le persigue, ni se le prohíbe entrar al país, tampoco se le niega su derecho a trabajar en la tierra que lo vio nacer; pero debe complacer a la mafia anexionista. El que paga manda.
Un carro y dólares por denostar de su patria y la promesa de fidelidad eterna a quienes aplauden y apoyan el genocidio que contra su pueblo comete el imperio que lo acoge, es su precio.
El dicho y la conducta del humorista devenido en marioneta de los más acérrimos enemigos de Cuba, no dejan margen a las dudas sobre el bando en que siempre estuvo, y revelan las verdaderas intenciones que perseguía con sus “criticas” que, hoy queda claro no eran tales, sino ataques a la Revolución.
Vázquez no ha criticado, ni criticará nunca a sus actuales empleadores o al sistema que los alimenta, por afinidad con ellos y ahora además, porque si tuviera esa osadía (que no tendrá), quedaría desempleado de inmediato y sin posibilidades de encontrar trabajo en todo EE.UU. En Miami ni hablar, tendría que salir de allí de inmediato. En ese caso sí tendría motivos para sentir miedo.
En este contexto sus furibundos defensores le deben una disculpa a todos los que ofendieron injustamente. Sé que es demasiado pedirles a quienes guardan silencio ante verdaderas injusticias como: el asedio y persecución de artistas cubanos por los retrógrados extremistas de Miami que, obligan a cancelarles giras y contratos, o presionan para que se retracten de expresiones o posiciones que los disgustan. Tampoco hablan del acoso en las redes sociales a representantes de la cultura nacional por solo mostrar su desacuerdo con las manipulaciones de la realidad cubana por la escudería mediática de la contrarrevolución.
Peor aún ha sido su tartamudeo o el tratamiento “light” que le han dado a los hechos de profanación de bustos de Martí. No han osado pronunciarse con fuerza contra ellos. En algunos casos sus posturas constituyen un verdadero homenaje al cantinfleo. No se atreven ni a mencionar a los vínculos de los detenidos por esas viles acciones, todos bien conocidos.
Me gustaría que demostraran la valentía de que blasonan y se pronunciaran sobre los temas que he mencionado.
Es la “imparcialidad” de los parciales que, desconocen o soslayan a conciencia, en este y otros muchos casos la esencia de los mismos. La TV cubana no violó nada de lo que estipulaba su contrato con Andy Vázquez. Él lo sabe bien, por eso no se ha referido a esa posibilidad. Sus “defensores” tampoco lo mencionan, no les conviene, los dejaría sin argumentos. Sería reconocer que, han estado llamando a violar la doncella de la justicia, mientras les echaban la culpa a otros de hacerlo.
Apartadas las lentejuelas y su brillo engañoso, vale preguntarle a los ciberjusticieros, ¿Andy Vázquez un cívico incomprendido?, no jodan, a otro con ese cuento.