Por: Marco Velázquez Cristo.
La publicación en la plataforma que usurpa el nombre de la organización creada por Antonio Guiteras Holmes, La Joven Cuba, de un artículo en el cual su autor muestra su afinidad con el grupo mercenario que toma su nombre del barrio donde tiene su madriguera, San Isidro, sobredimensiona su alcance e influencia, le atribuye capacidad de conducir a un evento de similar impacto al ocurrido en agosto 94, lo muestra como representativo de un sector de la sociedad y despoja del mercenarismo que padecen, vistiéndolos de opositores políticos, todo en una burda manipulación de la realidad, que lo conduce al descredito, ha generado una amplia repulsa en las redes sociales.
Sorprendentemente su autor es un profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Resulta en extremo paradójico que, quien tiene la responsabilidad de educar a las nuevas generaciones de comunicadores sociales en: la ética martiana, humanista y solidaria de la Revolución, el uso responsable de la información y la comunicación, la defensa de la independencia y la soberanía de la nación, el apego a la verdad y el respeto al público entre otros principios, los pisotee en su texto y abrace los que rigen el comportamiento editorial de los grandes medios y de la escudería mediática de la contrarrevolución donde al decir de Fidel, “La verdad, la ética, que deberían ser el primer derecho o atributo del ser humano, ocupan cada vez menos espacio…”
No voy a por el mensajero, solo analizo la fuente de tanta infamia, porque no es lo mismo que el escribiente fuera uno de los muchos que creyéndose sabios y jueces de todo, vierten su ignorancia y odio a la Revolución en las redes sociales, a que lo haga quien por conocimientos, responsabilidad y tarea social nunca debería incurrir en tales conductas.
Su preparación profesional, no permite asumir, dándole el beneficio de la duda, que no supiera la repercusión que tendría un texto como el que escribió, incompatible con su condición de profesor de una universidad revolucionaria. La desfachatez con la cual manipula y miente pudiera calificar como una provocación con la que apuesta a ganar, ganar.
Si se pasa por alto, pues continuará “educando” a las nuevas generaciones de comunicadores sociales en los antivalores que caracterizan y mueven los resortes de la sociedad capitalista. No olvidar el importante rol que jugará esta hornada de jóvenes en la defensa y continuidad de la Revolución, no me detengo a explicar, es algo harto evidente, solo alguien mal intencionado a conciencia lo negaría.
Por el contrario, si se toma una medida de cualquier índole con él, campaña mediática con las conocidas acusaciones para estos casos, con el apostata como víctima de una injusticia. Ah y los ciberjusticieros histéricos.
En cualquier variante tendrá el sustento garantizado, no hace falta ser muy agudo para percatarse del por qué.
Tal razón llevo que, ya uno de los escribientes en ese sitio contrarrevolucionario, ha aparecido diciéndose amenazado. Es la repetición de la vieja táctica de victimizarse para generar sentimientos de solidaridad para con ellos, algo con lo cual en otros momentos han logrado sumar a su defensa a personas honestas, a las que han confundido con sus lamentos, no precisamente borincanos.
Pareciera comienzan a preparar el escenario mediático para un nuevo, ¡ah eh, ah eh, ah eh, la chambelona!.
Pero en esta oportunidad, la desvergüenza y manipulación que evidencia el texto, así como lo inmoral y repudiable de quienes ha decidido santificar su autor, han generado un inmediato rechazo y censura, incluso de personas que habitualmente no cuestionan este tipo de publicaciones, lo que hace innegable el carácter espontaneo y desprovisto de cualquier influencia gubernamental de estas reacciones; cuestiones que han manipulado en otras ocasiones, como forma de tratar de descalificarlas.
Por eso no pueden recurrir a la manida y falsa acusación de que se trata de una campaña del gobierno o el partido contra un medio “independiente” o persona en específico, tampoco pueden tildar a quienes con toda razón cuestionan el post, de intolerantes extremistas que se aferran a viejos dogmas y rechazan la diversidad de pensamiento.
Esta realidad que les impide construir el escenario favorable para el desarrollo de sus campañas que, en otros momentos han logrado conformar, los desorienta y desespera, llevándolos a cometer errores en los debates y a mostrase en sus publicaciones aún más manipuladores, agresivos y calumniadores con respecto al Estado, sus instituciones y el PCC, lo que los hunde con mayor profundidad en el descredito y desnuda su mercenarismo.
A tenor con lo anterior, escriban lo que escriban, no podrán borrar su bochornosa historia de traición a la patria y de vasallaje al imperio que les paga, pero los desprecia y que un día como ha hecho con otros, después que los exprima hasta dejarlos como hollejos vacíos, los echará a un lado.
Un comentario sobre “La hoguera que consumió el disfraz de un “profesor””