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Por: Marco Velázquez Cristo.
En su última entrega mediática Humberto Pérez González convertido en vocero de un grupo de economistas que, desde fuera de la institucionalidad pretenden imponer sus criterios y propuestas a la dirección del país, exige que se escuchen y apliquen sus recetas para “resolver” los problemas de la economía cubana, las cuales según afirma comparten Joaquín Benavides y Omar Everleny entre otros.
Parafraseando a Eduardo Galeano, no vamos a serruchar con delirante entusiasmo la rama donde estamos sentados.
Ante esta conducta, vale preguntarse: ¿Los resultados de Humberto Pérez cuando estuvo al frente del sector económico del país, así como la tendencia política que profesa, avalan y hacen confiables sus exigencias?
Veamos:
En el periodo 1976 a 1985 en el cual fue Ministro Presidente de la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN) equivalente al actual Ministerio de Economía y Planificación, se presentaron problemas en el sector económico que llevaron a Fidel en la clausura de la sesión diferida del Tercer Congreso del Partido, el 2 de diciembre de 1986 , a plantear:
Ya se venían discutiendo desde la base las cuestiones relacionadas con la aplicación del Sistema de Dirección y Planificación de la Economía; (…) con el caos que llegó a crearse en lo relacionado con la vinculación, las normas, cumplimiento y sobrecumplimiento; el método de utilizar el dinero como el remedio a todos los problemas, política de corrupción y (…) de engaño a la gente.
¿Cómo íbamos a resolver nosotros los problemas de la producción material y del desarrollo del país? (…) ¿disfrazando a un individuo de capitalista íbamos a lograr una producción eficiente en las fábricas? Empezamos a jugar al capitalismo.
A nuestro hombre disfrazado de capitalista (…) al final poco le importaba que fuera rentable la empresa o la fábrica, si el Estado (…) se hacía cargo de todos sus déficits. (…) el problema de la irrentabilidad se generalizó (…).
Entonces, si bajo su mandato, en la economía cubana se generó caos, se aplicó una política de corrupción, la irrentabilidad de las empresas se generalizó y surgieron distorsiones, que motivaron que Fidel expresara que habíamos empezado a jugar al capitalismo. ¿Se puede confiar en Humberto Pérez?
Con ello no le estoy atribuyendo toda la responsabilidad de esa situación, pero indudablemente por el cargo que ostentaba si tiene una buena cuota de ella.
Un socialdemócrata dándonos consejos. No especulo, los contenidos de sus artículos así lo demuestran.
En 2017 en lo más intenso del debate, suscitado en las redes sociales sobre el centrismo publicó un artículo titulado, “¿Contra «el centrismo» o contra una posición de izquierda militante pero realista y dialéctica?” con el cual hizo una defensa a ultranza del mismo.
Hay que recordar que, el debate en el que se enfrentaban las fuerzas revolucionarias con los profesantes de esa tendencia política, se acrecentó a partir de la publicación de dos e-book titulados, “Centrismo en Cuba: Otra vuelta de tuerca hacia el capitalismo” y “Sin confusión: o socialismo o capitalismo”. Humberto se opuso tajantemente a sus contenidos anticapitalistas. Sus argumentos los basó en ideas y conceptos de los clásicos, así como del Che, los cuales sesgó, descontextualizó y manipuló de manera antiética. La respuesta desde plataformas revolucionarias no se hizo esperar, incluso sitios como Rebelión lo fustigaron duramente.
De esa manera se convirtió en unos de los abanderados de lo que, tal y como se expresa en el prólogo del primer e-book, “se ha dado en conocer como tercera vía, vieja estafa de la socialdemocracia burguesa para aplacar, con el llamado estado de bienestar, (algunas dosis de socialismo) las consecuencias de los excesos del libre mercado”.
Pero si alguna duda pudiera quedar sobre su verdadera filiación política, basta ver los países a los que señaló en su post como modelos a imitar por Cuba: Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia. Verde y con bastantes espinas, capitalismo.
El “infalible” economista nos quiere estafar. ¿Se puede confiar en él?
También hay mucha hipocresía en la forma de dirigirse a ministros y otros funcionarios del Estado a los que trata “amistosamente” de compañeros(a), mientras los irrespeta y denigra.
Un ejemplo de esa conducta, lo podemos apreciar en su última entrega, en la cual después de manifestar su inconformidad con la forma en que se está manejando la economía, la cual considera desacertada por, lo cito, “…prejuicios y temores infundados por falta de conocimiento y dominio de la teoría económica y de las leyes objetivas del devenir económico y del mercado en particular, aplicaciones dogmáticas de lecturas parciales o mal interpretadas de los marxistas fundadores, conservadurismo por intereses creados y standares de vida y de gerencia que se desea conservar por las comodidades que genera el establishment…” Les está diciendo a los funcionarios estatales y a la propia dirección del país, ignorantes, dogmáticos, timoratos, inmovilistas y finalmente acomodados.
Extraña manera de tratar y calificar a quienes, “considera” sus compañeros. No aprendió nada de la ética de la Revolución, esa con la cual fue tratado.
Si no le bastara en medio de sus cuestionamientos a lo que se hace, dice: “Exhorto una vez más a los organismos decisores a revisar el paquete de medidas anunciado en la última Asamblea Nacional, a rectificarlo en lo que corresponda, a incluir esta medida propuesta por nosotros inexplicablemente demorada y rehuida”.
“…Buena voluntad significa (…) no ser un caprichoso, no ser un vanidoso…”
Fidel.
Evidentemente frustrado, con el ego lastimado al sentirse ignorado, algo que le resulta intolerable, máxime si es por los que considera menos capacitados e inteligentes que él, se deja arrastrar por la ira y cae en un estado de delirio, en el que se piensa con la autoridad de darle órdenes a las instituciones del Estado.
Parece haber olvidado los numerosos wild pitches que cometió cuando le dieron la bola. Entonces, ¿cómo se le ocurre que, en un escenario mucho más complejo, confíen en él, y lo dejen realizar, aunque sea un lanzamiento? Por favor.
Pienso que lo mejor que puede hacer, ya que quiere hacer algo, es respetar a los que se esfuerzan cada día por sacar el país adelante, y dejar de tratar de desacreditarlos y de menospreciar su trabajo.
Le reitero lo que en 2018 en un post le dije que, los artículos que esparce en la internet son como sobres llenos de nocividad, él sabe que van cargados de ella, no puede alegar inocencia. Por eso le recomiendo que, siempre que reparta sobres revise lo que llevan dentro, a la vez que le recuerdo que, Cuba no es Alejandría donde un incendio destruyó todo el patrimonio bibliográfico que atesoraba su famosa biblioteca.