Por: Marco Velázquez Cristo.
Mucho se está escribiendo en estos días sobre la pandemia de la enfermedad Covid-19 que azota a la humanidad. Las imágenes e informaciones provenientes de diversas partes del mundo, resultan impactantes y en extremo dolorosas. Mueren miles de personas a causa de esa dolencia y de la indolencia de gobiernos, en los que priman intereses económicos por encima de la vida humana.
Y como siempre, los más desposeídos resultan los que ponen la mayor cantidad de víctimas mortales. Se les niega el acceso a los servicios de salud, porque no tienen dinero para solventar sus costos. Paradójicamente los que explotan su trabajo y se quedan con los beneficios de su resultado, son los dueños de los hospitales y clínicas privadas a las que no pueden acceder.
¡Que injusto es el capitalismo!
El dolor y el desamparo recorre el planeta. Los cadáveres insepultos en casas y calles, personas muriendo a la intemperie, hospitales públicos colapsados, clínicas privadas semivacías y cementerios que hacen de la muerte un negocio, dibujan un panorama apocalíptico.
¿Muertes por falta de recursos, o falta de sensibilidad para destinar recursos para evitar muertes?
Para hacer más caótico y sombrío este panorama unas naciones les escamotean a otras cargamentos de insumos, medicinas y equipos destinados a combatir la pandemia. Y como si no bastara tanto desastre, el imperio iniciador de tales acciones, se apresta a lanzar una guerra de rapiña contra la hermana Venezuela. Mientras, la Covid-19 les asola el país, y la muerte se enseñorea de sus ciudades, haciendo cundir el pánico y la desesperación que, impulsan a miles de personas a comprar armas para defenderse de sus propios conciudadanos.
Es la esencia salvaje del capitalismo. Homo homini lupus.
Sin embargo Cuba, sin grandes recursos materiales, ni naturales, bloqueada, hostigada, difamada y supuestamente para sus enemigos en los días finales de su revolución, es la otra cara de la moneda. Enfrenta con éxito la enfermedad.
Recursos para la vida, no recursos para ganar dinero.
Su sistema de salud con una estructura y organización concebidos para dar cobertura a toda la población y un capital humano preparado profesionalmente, formado en valores de solidaridad y humanismo, le permiten lo que para otros puede parecer un milagro, proteger al pueblo, contrarrestar la enfermedad y ayudar incluso, a los que con mayores recursos no pueden obtener iguales resultados.
Es el éxito del socialismo.
Ante esta realidad callan amo y siervos, los mismos que pronosticaban que, la falta de recursos y de medicinas para combatir la enfermedad, así como la carencia de alimentos diezmarían a los cubanos, debilitarían su apoyo a la Revolución y finalmente del brazo del nuevo coronavirus entraría el capitalismo “salvador” en nuestro país. Increíblemente para ellos, sus vaticinios no se cumplieron.
“No existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas”.
Fidel.
Es que, el escenario donde el socialismo habría fracasado, el pueblo estaría apático y sin interés por desarrollarlo, anhelante del “bienestar” que debería “traerle” el capitalismo, los médicos “insatisfechos y deseosos de emigrar”, así como los hospitales cayéndose a pedazos; todo ese escenario, solo ha existido en sus mentes.
Confunden deseos con realidades.
Contradictoriamente los lujosos hospitales del vecino del norte y de otros de opulentas riquezas, sus sofisticados equipos médicos, los anaqueles llenos de medicinas, sus avanzados centros de investigaciones, todo eso que se presentaba por medios hegemónicos y escuderos como paradigmas de sistemas de salud se han derrumbado ante la Covid-19.
¿Sistemas para la salud humana, o sistemas para lucrar?
No les alcanzan los respiradores, las camas, no tienen medios de protección para su personal de salud, en fin les ocurre lo que afirmaban que nos sucedería a nosotros.
Pero aunque el imperio presenta las cifras más negativas, no marcha solo en la vanguardia de los que están perdiendo la batalla frente a la pandemia, otros con cuantiosos recursos también sucumben ante ella.
En nuestra región, gobiernos títeres de EE.UU. como los de Bolivia, Ecuador, Brasil y Colombia no hacen mejor papel que su amo, ven y dejan morir a sus ciudadanos, ocultan las cifras reales de muertes y transmiten falsas esperanzas con discursos que subestiman la gravedad del problema.
Es el fracaso del capitalismo.
Pero no alegra esta derrota imperial, ni la de los que en otras latitudes le hacen el juego, tampoco la de sus vasallos regionales. Los que están pagando el precio de la soberbia, la mezquindad, la avaricia y la inhumanidad de los que deciden los destinos de esas naciones y de los que disfrutan de insultantes riquezas frente a su pobreza, nada tienen que ver con la perfidia de esos halcones.
Jamás nos refocilaremos de las desgracias de ningún pueblo del mundo, por el contrario duelen y dentro de nuestras posibilidades luchamos por aliviarlas.
Ojalá y sus gobernantes hubieran organizado adecuadamente el enfrentamiento al nuevo coronavirus evitando las miles de muertes que se han producido. Ojalá que hubiesen sido previsores y protegido a sus pueblos. Ojalá ahora el imperio no estuviera tramando una guerra que puede costar muchas vidas. Ojalá que Trump, Bolsonaro, Ivan Duque, Lenin Moreno, Jeanine Áñez y otros como ellos no fueran presidentes.
Importante reflexión en un momento de crisis para la humanidad. Todos debemos asumir el reto que pone el coronavirus frente a nosotros, pero el covid no puede hacernos olvidar asuntos claves de la vida como la infidelidad. La chica del Gran Trasero de Guantánamo, cuyas pompis retumbaban como tambor cuando se la metían en cuatro, ha dejado muy mal parado a su marido. ¿Se le para a ese caballero? Será por eso que ella busca quien le ponga algo duro dentro y la ponga a gozar como lo que es.Pom pom pom, retumba tumba. Y cómo goza Yisel, cómo goza.