El crimen de Otaola y el cobarde silencio de los “Ciberjusticieros” ante él

Por: Marco Velázquez Cristo.

El odio  que emana de los sectores  terroristas de lo más retrogrado de la contrarrevolución asentada en Miami  ha hecho colapsar la salud del humorista Juan Carlos (el Gordo).

Las reiteradas amenazas contra él y su familia, por considerar los irracionales enemigos de Cuba que, la voz del influencer revolucionario “El Guerrero Cubano” es la suya, lo han llevado a una cama del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de La Habana aquejado de un fuerte dolor en el pecho, presión alta y arritmia que le provocaron una pérdida de conocimiento.

Ese es el resultado de la irracional persecución desatada en las redes sociales contra una persona que llegó a suplicar visiblemente atemorizada a sus victimarios que no continuaran con sus amenazas y negó ser quien ellos pensaban. Nada los detuvo porque están enfermos de odio y frustración, por eso se lanzaron cual hienas sedientas de sangre contra alguien que ni siquiera ha tenido una conducta militante a favor de la Revolución.

Alexander Otaola  repugnante personaje desprovisto de cualquier virtud humana y los que lo han acompañado en este linchamiento mediático, que constituye un acto de terror  contra una persona inocente y su familia, son los responsables de las afectaciones de salud que le están ocasionando a Juan Carlos, su hija y madre, así como de las consecuencias que estas puedan traerle.

Este es el verdadero rostro de esa contrarrevolución que dice luchar por la “libertad” de Cuba y se “muestra preocupada” por los destinos de su pueblo, de esos que abogan por el recrudecimiento del bloqueo que implica mayores carencias y sacrificios para sus compatriotas, que incitan a actos de terror contra los cubanos, de los que aplauden la profanación de los bustos del apóstol y organizan aberrantes persecuciones contra nuestros artistas, boicotean sus contratos y presentaciones, los ofenden y tratan de presionarlos para que difamen y denigren de las instituciones y el gobierno cubano. Es la imagen de las negras entrañas de los enemigos de la patria.

Y ante este acto tan repudiable y de evidente injusticia callan los que paradójicamente  se lanzaron al ruedo a defender al humorista Andy Vázquez que, ha dejado ver en Miami quien en realidad es, al seudoartista ultrajador de la bandera Luis Manuel Otero Alcántara, al periodista antiético y manipulador bautizado por Fidel como el más mentiroso, y a otros tantos  personajes de cuestionable conducta. ¿Dónde está su sentido de la justicia?, ¿Dónde está su guapería de a tres por medio?, ¿Dónde se les metió la lengua o los dedos que ahora no se manifiestan?, ¿en qué recóndito lugar de su cuerpo ha escondido el becario de Columbia su elocuencia?

Estas repentinas mudeces  son  el reflejo de las verdaderas motivaciones que mueven a estos falsos “Ciberjusticieros” en sus catarsis mediáticas. Ellas, intereses y afinidades personales, aversión por el Estado y desacuerdo político con él, necesidad de reconocimiento, satisfacción de egos e intento disimulado de agradar a los adversarios de la Revolución.

Si se pudiera pensar que especulo o soy injusto, algo para recordar:

Abril de 2017: el contrarrevolucionario Abraham Jiménez Enoa, amenaza e injuria  a un periodista de Trabajadores  y su esposa. Ni media palabra sobre ese hecho. Amenazas ignoradas  a conciencia.

Abril de 2018: durante  la VIII Cumbre de las Américas un grupo de mercenarios a sueldo del imperio orquesta una provocación en dicho evento. Ni una letra de condena. Son silencios que rasgan disfraces .

Pudiera citar muchos ejemplos, no lo creo necesario, ¿para qué?, si la callada por respuesta o los tímidos balbuceos y pedidos de perdones, cuando desde Miami les cuestionan cualquier cosa  a estos mudos de ocasión, lo dicen todo.

En este contexto unas preguntas para las autoridades norteamericanas:

¿Qué hace  Alexander Otaola suelto sin ser procesado después de cometer un crimen tan grave como el que estamos viendo?, ¿Se le olvidaron los Derechos Humanos que tanto dicen defender?, ¿por qué no funciona el sistema de justicia ponderado y admirado por los “Ciberjusticieros”?, ¿será que la policía está ocupada  matando afroamericanos y el FBI tras los chismes de la corte imperial y por eso no actúan, o es que Otaola  y comparsa son vasallos intocables del gobierno de EE.UU.?

Denunciar  el crimen penado por la ley en cualquier país del mundo que se está cometiendo contra Juan Carlos y su familia es un deber ciudadano que, no puede estar condicionado por afinidades personales o políticas,  sino por un elemental sentido de justicia y de rechazo a tanta bajeza y cobardía de sus agresores. Es defender el derecho a vivir en paz, a la vida, de un ser humano, nada más.  

 

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