El alma de la Revolución es el pueblo uniformado que la defiende, aunque les duela a los desalmados enemigos de la nación


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Por: Marco Velázquez Cristo.

Las manipulaciones de la historia y del pensamiento de sus protagonistas que, se han convertido en uno de los sellos distintivos de los textos de los “colaboradores” del sitio que, se ha apropiado desvergonzadamente del nombre de una organización de profundo carácter revolucionario como la Joven Cuba de Guiteras; continúan demostrando, y sintetizo que, estos personajes no se respetan ni a sí mismos y cuando alguien se degrada hasta ese punto, los calificativos sobran y solo es pertinente el desprecio.

Entre sus últimos “devaneos literarios”  se encuentra un cantinfleo con ínfulas de análisis sobre lo que debe entenderse como “El alma de la Revolución”. Los planteamientos de Martí, Fidel y Raúl sobre este importante tema, son manipulados en un amañado “proceso de análisis” de los contextos históricos en que fueron expuestos que, culmina cuestionando lo afirmado por Raúl citando a Fidel en el Informe Central al 8vo Congreso de que, las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) son el alma de la Revolución.

Este tema es abordado por el profesor universitario Dr. Ernesto Estevez RAms en un texto publicado en su muro de Facebook, en el cual lo analiza con objetividad y profundidad, partiendo de una valoración detallada de los factores históricos y de su proceso de evolución; que influyeron en el pensamiento de Martí y Fidel y llevaron a Raúl a ratificar la vigencia del concepto expresado por el líder histórico de la Revolución cubana acerca del alma de la Revolución.  

Su escrito permite avizorar cuanto se aparta de la verdad, distorsiona la historia he ignora a conciencia el articulista de LJC, uno más de los que han vendido su alma a quien nos quiere engullir, lo que de hecho lo convierte en un desalmado enemigo de la nación.

El texto del Dr. Ernesto Estevez RAms

Vale recordar, al leer a Martí, el contexto histórico en el que se desenvuelve. Martí le está hablando a una nación en formación, donde conviven en la isla cubanos y españoles, criollos que se sienten cubanos y otros criollos que aún no se sienten tales, autonomistas, independentistas, anexionista y una parte apolítica. El carácter de la emigración a la que Martí se dirige son emigrantes de una colonia y por tanto, su relación con lo cubano no es la relación con una nación constituida, ni con un estado nacional.

Todos los discursos y escritos de Martí están condicionados por esa complejidad. Martí le está hablando a una masa a la que hay que argumentarle la necesidad de fundar una nación, contrapuesta a otras ideas en circulación, que bien hablan de que esa necesidad no existe, pues Cuba puede desenvolverse como parte de España, o bien que Cuba debe ver su futuro como parte de los Estados Unidos.

EL discurso de Martí por tanto no puede ser antagónico en términos clasistas, sus prioridades son otras. Él no está solo hablando de una nueva República, esta también hablando de una nueva nación. En esa particular etapa histórica, la burguesía y los patricios a medio camino entre terratenientes y burgueses, no son, per se, enemigos de esas dos construcciones. Martí intuye que el núcleo de la nación son los humildes, pero incluye a todos los que están de acuerdo con esa fundación de nación y República.

El contexto después cambió, décadas de República nos mostraron que la burguesía nuestra era tan muenga como la República que existía, atada como subalterna al imperio norteamericano. Cómo bien explica Martínez Heredia, la lucha de clases en las condiciones neocoloniales de Cuba ocurre simultáneamente a una lucha de liberación nacional. La burguesía es no solo enemigo de clase, es enemigo de la realización plena de la nación, porque es vasalla de la burguesía norteamericana, y por tanto, esencialmente antimartiana.

No son los revolucionarios la que la excluyen del «con todos», ellos se excluyen al sentirse más clase burguesa que cubanos y en función de eso, supeditar su condición de clase a ser capataces de los yanquis.

La Revolución por tanto es un cambio en términos más amplios que la mera visión de lucha de clases, es simultáneamente una toma de poder de clases y una victoria de liberación nacional. En esos términos es que Martínez Heredia la plantea.

Luego cuando Martí habla del alma de la nación, no podemos trasladarlo descontextualizado al día de hoy. Para Martí el alma de la nación agrupa a todos los que estén dispuesto a la fundación de República y Nación, sean de la clase que sean, de la capa que sean e incluso, incluye a los españoles dispuestos a contribuir a ello. Para la Revolución, el alma de la nación, por razones de la historia que ha ocurrido, ya es una construcción clasista sin dejar de ser nacionalista, y eso llena de contenido actualizado el concepto. A la luz de esa idea, ahora el alma de la nación excluye a los que la supeditan al dominio yanqui como garantía de la sobrevivencia de su clase, a la vez que incluye como su núcleo al concepto de pueblo, como Fidel lo definiera en La Historia me Absolverá.

Las transformaciones que ocurren también van dándole contenido nuevo a instituciones formalmente ya existentes. El ejercito ya no es un ente enfrentado al pueblo, ahora es, como dijera Camilo, el pueblo uniformado, y por ello termina llamándosele Fuerzas Armadas Revolucionarias. Su componente esencial es popular, son la reserva y las milicias, es un cuerpo de otro tipo. Por eso cuando Raúl en el Informe Central al 8vo Congreso dice que las FAR son el alma de la Revolución, citando a Fidel, con la frase sintetiza que el alma de la Revolución es el pueblo armado y listo para defenderla, como listo está a defender a la nación, cuya garantía de existencia plena es la Revolución misma.

 

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