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Por: Marco Velázquez Cristo.
No se ponen de acuerdo los científicos de la universidad de Pensilvania sobre lo que supuestamente “dañó” a los funcionarios de la embajada norteamericana en La Habana. Comprendo sus discrepancias, resulta extremadamente difícil lograr un consenso sobre las causas de una mentira.
El informe sobre los resultados obtenidos en el estudio realizado a 21 de los “dañados” publicado en la Revista de la Asociación Médica Estadounidense (JAMA por sus siglas en inglés) elaborado por un equipo de expertos de esa institución encabezado por Douglas H. Smith director del Centro de Lesiones Cerebrales y Reparación de dicha Universidad ha sido fuertemente criticado por muchos especialistas entre ellos algunos colegas suyos.
Al referirse a él Sergio Della Sala profesor de Neuropsicología de la universidad de Edimburgo y Roberto Cubelli profesor de Neurociencia Cognitiva Humana y Psicología, del mencionado centro de estudios en un artículo publicado en el sitio ScienceDirect manifiestan: “El estudio presentado en JAMA representa un caso de neuropsicología pobre; clínica y metodológicamente inapropiado.
Con este criterio coincide Neuroskeptic, neurocientífico que publica anónimamente en el sitio Discover , quien cuestiona además que, lo “sufrido” por los diplomáticos estadounidenses en Cuba ha sido etiquetado como «misterioso». Sin embargo, el verdadero misterio es cómo un informe neuropsicológico tan pobre pudo haber pasado el escrutinio de los expertos en una publicación de primera clase.
Debo aclarar que Neuroskeptic no es un articulista anónimo cualquiera, es un neurocientífico británico que ofrece información sobre los últimos avances en neurociencia, psiquiatría y psicología. Es citado por científicos de renombre en sus publicaciones.
Ahora la hipótesis defendida por Smith y otros especialistas que junto a él laboran sobre las microondas como posible agente causal de los “hechos” también es ampliamente cuestionada. Encabeza las criticas Kenneth Foster profesor de bioingeniería del mencionado centro de altos estudios, el cual según el sitio Scientific American discrepa de ella y desacredita el articulo del The New York Times que reseña las opiniones de Smith.
De acuerdo con el medio este plantea que si las grabaciones publicadas por Associated Press (AP) en octubre de 2017 eran de los sonidos que informaron escuchar los funcionarios norteamericanos eso excluiría el efecto auditivo de microondas donde las vibraciones que estas inducen existen solo dentro de la cabeza.
Foster valora esta teoría como tremendamente inverosímil, argumentando, “…Para provocar sensaciones auditivas, los individuos deben estar expuestos a pulsos intensos pero breves (microsegundos) de energía de microondas. Los pulsos son suficientes para calentar el tejido cerebral en unos pocos micro grados en unos microsegundos, y la expansión térmica resultante lanza una onda acústica en el cerebro que el sujeto percibe como sonido. Las presiones acústicas son demasiado débiles para causar daño a los tejidos. (…) Para dañar el cerebro, las microondas tendrían que ser tan intensas que realmente quemaran al sujeto, lo que nunca ha sucedido en ninguno de estos incidentes.
Aun cuando remata su crítica al artículo del Times señalando, “…gran parte de la información disponible es claramente anecdótica (…) los hechos reales del asunto pueden ser bastante diferentes de los presentados por su distinguido periodista, no escapa el científico a la tentación de dar su propia versión, tampoco logra prescindir de mencionar a la famosa “Señal Moscú”.
Así cae en la subjetividad de dar por válida la hipótesis de que los sonidos en las grabaciones de AP (que inicialmente pone en duda si son los que fueron los escuchados por los “dañados”) son característicos de los producidos por la interacción de dos haces de ultrasonidos, indicando la posibilidad de que dispositivos de escucha hayan sido sus emisores. Con singular entelequia significa, “Los incidentes ocurrieron en el momento de las elecciones estadounidenses de 2016, y los cubanos sin duda estaban desesperados por información sobre las intenciones de los Estados Unidos”.
La Universidad de Pensilvania tiene una instalación subterránea conocida por ICARUS en la cual se han realizado experimentos de la NASA, consistentes en aislar un grupo de personas para evaluar sus reacciones en ese estado. Los objetivos públicos de estos experimentos han sido optimizar la selección de candidatos a astronautas. ¿Habrán introducido en ese lugar a las “victimas” ?, ¿Qué más se hace en él?
Lo que está ocurriendo entre los expertos de la Universidad de Pensilvania salpica de lodo sus prestigios profesionales y pone en duda la seriedad de sus opiniones científicas, pues resulta inexplicable que personas de su alto nivel especializado que se conocen, laboran en el mismo centro, se ven frecuentemente, ventilen sus desacuerdos públicamente y obvien argumentos científicos elementales que desmontan fácilmente sus tesis sobre lo que presuntamente ocurrió en Cuba.
No sé si estarán compitiendo por ver quien logra explicar mejor la mentira y se lleva el premio previsto para el ganador o si sencillamente se tienen roña y se lanzan bolas de barro unos a otros para ensuciar las imágenes de sus rivales.
En cualquier caso, esperemos que prevalezca la razón y no hagan honor a la naturaleza violenta de la sociedad donde viven y terminen liándose a puñetazos por llevarse el premio, ¿Cuál será?
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