Por: Marco Velázquez Cristo.
El tergiversar la realidad e inventar las más increíbles historias o sucesos es una especialidad de EE.UU.; una interminable lista de estas “alucinaciones” norteamericanas así lo demuestran, y en ella desde el 2016 se incluyen los llamados “ataques acústicos” que, alegan los estadunidenses han “sufrido” 21 de sus diplomáticos destacados en La Habana. Tema que ahora vuelve a ocupar espacio en los grandes medios norteamericanos por la publicación en la revista JAMA de los “resultados” de un nuevo estudio realizado a los cerebros de dichos funcionarios por científicos de la Universidad de Pensilvania, los cuales sus propios autores reconocen no son concluyentes y no explican las causas de los hallazgos.
El Dr. Mitchel Valdés Sosa, Director General del Centro de Neurociencia de Cuba al evaluarlos planteó ante la prensa extranjera acreditada en Cuba que: “no permiten arribar a conclusiones científicas claras finales (…), el cuadro de resultados médicos es más confuso y contradictorio, (…) no responde satisfactoriamente las numerosas críticas de la comunidad científica internacional, ni demuestran, contrario a lo que se ha especulado, y lo que planteaba el artículo anterior (refiere a una publicación de la mencionada revista sobre el tema) que, se había producido un daño cerebral en un grupo de diplomáticos…”
De lo que expresa Valdés Sosa se puede inferir que nada nuevo hay y que lo publicado solo agrega inconsistencia y un poco más de suspenso al asunto. La película mejor lograda de Alfred Hitchcock no podría crear el nivel de misterio que ha conseguido la administración norteamericana apoyándose en sus servicios secretos con el montaje de un caso al que ya resulta prácticamente imposible darle un nombre.
Para el lector promedio cada vez resultan más difíciles de entender los textos cargados de términos y evaluaciones científicas que se publican, por demás extensos y enrevesados, pues los medios le adicionan una buena dosis de especulaciones y en no pocos casos de falsas o reales filtraciones, algo que no ocurre espontáneamente, sino que esta direccionado por la influencia de los servicios especiales norteamericanos con el fin de crear expectativas e interés por desentrañar la compleja madeja, aprovechado para trasladar y reforzar los mensajes que les interesan, principalmente los que sustentan la matriz de opinión de que los supuestos eventos pudieron haber ocurrido.
El objetivo estratégico de lo que constituye una agresión contra Cuba, es provocar la caída de la revolución cubana, mediante el escalonamiento de acciones dirigidas a llevar al país a una crisis de ingobernabilidad.
Como parte de las medidas encaminadas a alcanzar ese fin han recrudecido el bloqueo, presionado e involucrado a Canadá en la trama que han urdido, conociendo que ese país es el principal emisor de turismo hacia Cuba y este sector una de nuestras principales fuentes de ingresos de divisas (por el curriculum de los americanos no es de extrañar que anden torciendo otros brazos y en algún momento salte al ruedo otro de sus aliados) y suspendido la entrega de visas, obstaculizando la migración legal y las visitas familiares.
El resultado de la conjunción de todos estos factores consideran provocarían carencias económicas, estados de desesperación, frustración e incertidumbre, así como de desconfianza hacia el gobierno que, en opinión de los estrategas de Washington conducirían a la desestabilización del país, forzando la ocurrencia de fenómenos como el incremento descontrolado de las salidas ilegales hacia EE.UU, que según lo que tienen previsto, les justificaría aplicar el bloqueo naval a la isla para frenar lo que constituiría un éxodo masivo. En este hipotético contexto y presentada Cuba como culpable tendrían el pretexto para la implementación de sanciones e incluso la intervención “humanitaria”.
Existen muchas cuestiones paradójicas en este “espectáculo” entre ellas:
¿Por qué si EE.UU. está tan preocupado por la salud de sus diplomáticos supuestamente afectados por algo desconocido no permite que científicos cubanos o de otras nacionales los examinen y estudien?
Preservar la identidad de las “victimas” no puede ser el motivo, resulta obvio que Cuba las conoce, entre otras razones porque ellos mismos entregaron un listado con sus nombres y aquí hay que señalar que el funcionario que lo entregó aparecía entre los “atacados”. ¿Un gazapo o descarnada desfachatez?
Y de desfachateces hablando.
Resulta oportuno recordar que, expertos del Ministerio del Interior han denunciado públicamente que funcionarios reportados como atacados continuaron con su vida normal, asistiendo a actividades festivas, practicando deportes, etc, sin que mostraran signos de estar enfermos o haber recibido algún tipo de daño.
¿Esto ha sido desmentido por las autoridades norteamericanas?
No, porque no pueden. Es verdad.
¿A que le temen?
A que se descubra la verdad.
Y, ¿Cuál es la verdad?
Que no sufrieron ningún ataque y que han estado inventando toda esta historia como parte de una agresión contra Cuba cuyos fines arriba señalamos.
Un comentario sobre “EE.UU: El enigma de los cerebros de los diplomáticos “atacados” en La Habana”