Cuba: Las preocupaciones de los farsantes


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Por: Marco Velázquez Cristo.

“El negro, por negro, no es inferior ni superior a ningún otro hombre (…) peca por redundante el blanco que dice: “mi raza”; peca por redundante el negro que dice: “mi raza.”

 José Martí.

Por ganar unos míseros billetes y hacerle un cuco al que allende los mares los facilita, unos pocos gastan sus dedos distorsionando la realidad de tal forma que impresionan vivir en un universo paralelo.

La amnesia histórica signa a estos «escritores» los cuales con sus tecnicismos y citas agobian al lector, quizás como manera de desorientarlo para llevarlo a aceptar sus descolocadas ideas.

Ahora se “preocupan” porque dicen que no somos iguales. Cuanta hipocresía encierra su fingida “intranquilidad”. Le atribuyen al racismo ser una de las principales causas de las desigualdades que hoy se manifiestan en la sociedad cubana.

No osan decir que las diferencias primordiales las definen cuestiones que dolorosamente hemos tenido que aceptar para poder continuar desarrollando en las condiciones de Cuba nuestro socialismo. La introducción de formas de propiedad no sociales es uno de los factores que está generando la aparición de desigualdades. ¿Por qué no tienen el valor de decirlo?, ¿A que le temen?

Lo que les ocurre es que son parte de esa diferencia en el sentido que tienen niveles de vida muy superiores a la media de la población cubana, sus ingresos por torcer sus plumas no son pocos y les permiten lujos prohibitivos para los que dicen defender. Además, tienen negado cuestionar lo que los enemigos de la patria desean fomentar con la irrealizable esperanza de irle restando poder al estado para ir creando las condiciones para la reinstauración del capitalismo en Cuba.

Pueden callar para intentar que pase desapercibido su crecimiento, pero deben saber, primero que esas desigualdades no desembocarán en odiosos privilegios para ellos, no tendrán mejores médicos, ni educadores para sus hijos que los que tendrán los más humildes, ni universidades, ni playas, ni zonas exclusivas, tampoco mayores derechos en el Proyecto de Constitución queda claro esto. Segundo, el Estado revolucionario consciente de esa situación a previsto como primer principio del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030, “lograr una dinámica de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) y mecanismos distributivos y redistributivos que permitan un nivel de desarrollo sostenible que conduzcan al mejoramiento progresivo del bienestar y la prosperidad de la población, con equidad y justicia social”, es decir en vez dejar  ir en aumento estas desigualdades, se buscará irlas disminuyendo, sin menoscabo de nadie, en beneficio de todos.

Por otra parte, el racismo es un fenómeno cuya permanencia a lo largo del devenir histórico de la humanidad ha sido propiciada por su transmisión de generación en generación, volviéndolo extremadamente difícil de erradicar. Eusebio Leal, “…existen cosas arraigadas dentro de la Conciencia Social que no se pueden cambiar por decretos, cuando pasaron por siglos de formación…”

Nelson Mandela, “…Todos sabemos cuan tenazmente puede el racismo aferrarse a la mente y hasta qué punto puede infestar el alma humana…”

Estas citas bastan para comprender que, los vestigios o manifestaciones de racismo que hoy subsisten dentro de la sociedad cubana no son culpa de la falta de leyes o de una visión sesgada de la dirección del país sobre el mismo, demuestran que eliminar sus odiosas huellas llevaran tiempo y requerirán de la participación de todos.

No somos una sociedad racista, fuimos al África a combatir en defensa de sus pueblos mayoritariamente de piel negra, nuestras tropas integradas por hombres y mujeres de los más vario pintos colores de piel, pelearon junto a sus hermanos de esas tierras sin impórtales el tinte de sus epidermis. El sacrificio de miles de cubanos contribuyó decisivamente a la derrota del régimen segregacionista del Apartheid.

Los que fueron a cumplir esas honrosas misiones no lo hicieron por mandato de ninguna ley, lo hicieron voluntariamente obedeciendo a sus conciencias, en las que evidentemente no existía la más mínima traza de racismo.

Esa manifestación de una conciencia solidaria y antirracista es uno de los resultados de la enconada lucha que ha mantenido la Revolución contra el racismo en cualquiera de sus manifestaciones, acusarla de no haberlo hecho es una vileza.

Como entre cielo y tierra no hay nada oculto estoy seguro que en algún momento quedarán expuestas las fuentes de financiamiento, el monto y las pruebas que demostrarán la hipocresía de estos “preocupados revolucionarios”. Tiempo al tiempo. 

 

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