Por: Marco Velázquez Cristo
No basta decir solamente la verdad, más conviene mostrar la causa de la falsedad.
Aristóteles
Las disimiles posiciones que han adoptado en este debate los que dicen encarar a los que llaman extremistas o dogmáticos, cuando en realidad convienen en oponerse a la Revolución, van configurando lo que en mi opinión es el nacimiento de una coalición no declarada de ideas políticas que podría enmarcarse en una centroderecha, aunque con frecuencia su tendencia a la derecha es cada vez más marcada. La falta de desacuerdos o ataques públicos entre ellos refuerza mi opinión.
Aun cuando aparentemente difieren en cuestiones fundamentales como, los derechos humanos, la necesidad o no del pluripartidismo y el alcance de la propiedad privada, esto no les impide concordar en censurarle al Estado entre otras cosas la existencia de hechos de corrupción, a tono con la actual estrategia de la derecha latinoamericana, que utiliza estas acusaciones para desacreditar a los gobiernos de izquierda y sus principales representantes.
De hecho el sociólogo e historiador cubano Haroldo Dilla Alfonso, residente en Chile, para nada oficialista, mucho menos incondicional de la Revolución, reconoce la existencia de esta derecha moderada en Cuba, otros entendidos también lo hacen, por lo que no resulta descabellado concebir la participación de esta tendencia y de una derecha más radical en el debate y la atracción hacia sus posiciones de otros actores políticos, que por ignorancia o afinidad terminan agrupándose a su alrededor.
Resulta insostenible afirmar que las ideas de Julio Antonio Fernández Estrada sean de izquierda o centro, sus planteamientos asentados en conceptos occidentales de la organización del estado y sus instituciones, así como sus cuestionamientos al actual ordenamiento jurídico del país, lo sitúan a la derecha, al igual que hacen con Omar Everleny sus propuestas para la solución de los problemas económicos del país aun cuando las matiza.
Lo casi risible es que muchos al dar sus opiniones o exponer sus ideas, totalmente se desmienten en cuanto a su pretendida posición de defensa del socialismo como vía para lograr nuestro desarrollo. Están desnudos y creen tener el disfraz ajustado al cuerpo.
El fragmento de la canción de Joan Manuel Serrat, “el noble y el villano, el prohombre y el gusano bailan y se dan la mano sin importarles la facha”, es aplicable a lo que está sucediendo en este debate, aunque a fuerza de ser justos, puede que algunos no se percaten de lo sucias que se les están poniendo las suyas, al estrechar otras manchadas por el dinero deshonesto o por la escondida traición.
Pareciera que pretenden aplicar lo que Antonio Gramsci, definió como guerra de posiciones, cuya esencia consiste en conquistar progresivamente espacios de poder: economía, educación, cultura y religión entre otros, a fin de ir desmontando la influencia del estado hasta arrebatarle el poder, no son invenciones, una buena parte de lo que escriben va dirigido a cuestionar el papel del estado, en diversos sectores principalmente el económico, su política cultural y la lucha ideológica.
Valdría la pena saber cuántos de los que formulan propuestas no acordes con los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, cuando estos fueron sometidos a consulta popular tuvieron el valor, la honradez y la decencia de decirlas y argumentarlas ante sus vecinos para que fueran incluidas como propuestas de modificaciones a tan importante documento rector, ese era el momento y el lugar adecuado para expresarse con sinceridad si de verdad deseaban hacer algún aporte.
Para decir la verdad, poca elocuencia basta.
Sócrates
Al utilizar las redes como tribuna para exponerlas donde a pesar de la sobrevaloración que tiene el propietario de Segunda Cita de la influencia de él y su sitio, solo van a lograr satisfacer sus egos y formar un poco de alboroto, la franqueza e intencionalidad de sus opiniones se vuelve cuestionable, más si se analizan sus contenidos.
La verdad no está de parte de quién grite más.
Rabindranath Tagore
Quisiera preguntarle, no Guanche, ni a Veiga, ni a Lennier, ni a Levis, ni a otros de reconocidas ideas procapitalistas, sino a Humberto Pérez, Jesús Arboleya, Pedro Monreal y demás que se precian de revolucionarios, si ellos asistieron a esos debates populares y dieron sus opiniones, si no fue así, ¿Por qué no estuvieron o callaron?, ¿Le temen al pueblo o dejaron de confiar en la Revolución?, si esas son las razones, ¿Qué hacen disfrazados de revolucionarios?
Las fuerzas que defienden la línea de acción trazada por la dirección del país y el pueblo que participó en su conformación, están actuando en función de proteger la decisión popular y de denunciar a los que mediante el engaño y la usurpación de posiciones pretenden cambiar el puerto de destino.
La verdad triunfa por sí misma, la mentira necesita siempre complicidad.
Epicteto de Frigia
Al final cuando la fuerza de la razón y la verdad se impongan, no solo habremos ganado un debate, si no también depurado de las filas revolucionarias a los irresolutos, pusilánimes, simuladores, a los que perdieron la fe en la Revolución y en su continuidad histórica, a los cansados y desalentados, a los cambia casaca y a los que un día la historia juzgará por el remedo de pensamientos ajenos.
Tu verdad no; la verdad
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela.
Antonio Machado