¿Antisectarios o sectarios?


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Por: Cándido Lizabe

Cuando se escribe sobre algo hay que conocer a profundidad el tema escogido, las improvisaciones no están permitidas en la valoración y enjuiciamiento de hechos históricos, que es lo que se hace en un artículo en que se pretendió analizar el comportamiento del sectarismo en Cuba.

Todo enunciado humano verbal o escrito, persigue por lo general un propósito claramente explícito, aunque en ocasiones se expone de forma velada, dependiendo de la pulcritud pública o privada del que escribe, en este caso cuestionable, evidenciada en el intento de disimular en medio de una supuesta censura al sectarismo político, otros propósitos con el empleo de juicios y valoraciones ayunos de elementales verdades históricas.

La interpretación que la batalla trascendental en Cuba ha sido siempre “Revolución versus contrarrevolución” es incompleta y esconde en el acto de valoración interpretativa un propósito paradójicamente sectario y de particular absolutismo que resta seriedad y credibilidad al análisis.

El enfrentamiento de las corrientes del pensamiento y el accionar revolucionario en diferentes circunstancias y momentos históricos no ha sido patrimonio exclusivo de los cubanos. Es y será, ley en el largo y tortuoso proceso del desarrollo ascendente de la sociedad humana.

Tampoco es privativo de los cubanos el enfrentamiento de diversas corrientes del pensamiento político y revolucionario, que han pugnado entre sí, a lo largo de la lucha por consolidar la nación, desde las guerras de independencia y posterior a ello, en la llamada seudorépublica. Aflorando en estas pugnas el sectarismo, el regionalismo, los sentimientos racistas y el caudillismo.  Similares situaciones han surgido en otras naciones de América Latina, en el proceso de advenimiento a la vida republicana.

En el caso del artículo que nos ocupa no se atreve su autor a hacer un enjuiciamiento desde el punto de vista clasista, lo que le hubiese incorporado mayor objetividad y menos especulación a su evaluación.

Es necesario esclarecer que el fracaso de la situación revolucionaria creada en nuestro país en la década del 30 del pasado siglo no tuvo paternidad en el Partido Comunista Cubano, ni se debió a los compromisos ideológicos, políticos y orgánicos de su filiación desde su fundación a la Internacional Comunista, pero si, a otras fuerzas y actores internos y externos, que con mal disimulada felonía son soslayados en el escrito de marras.

Debemos recordar que la Huelga General que derribó al dictador Gerardo Machado fue dirigida desde su lecho de muerte por el secretario del Partido Comunista de Cuba en aquel entonces, Rubén Martínez Villena.

Llamo la atención además sobre el hecho que en enero de 1929, caía en México asesinado por esbirros al servicio de Machado, Julio Antonio Mella, líder de la juventud cubana y fundador del Partido Comunista, al cual el “improvisado historiador” intenta criminalizar y calumniar con claros propósitos espurios.

Seria cobardía política y faltar a la verdad histórica, negar o justificar la existencia de corrientes y manifestaciones de conductas sectarias en algunos dirigentes del Partido Socialista Popular (Partido Comunista) durante el proceso de consolidación e integración de las fuerzas revolucionaria, que participaron en el enfrentamiento contra la dictadura de Fulgencio Batista. Craso error este, que supo sortear con sabiduría temprana, el Comandante en Jefe y mantener la necesaria e imprescindible unidad de las fuerzas revolucionarias.

Pretender estigmatizar con la desvergüenza con la que se hace, a la dirección del PSP y sus dirigentes, trayendo por los cabellos los errores del sectarismo y asociarlo con desfachatez histórica, en un deleznable intento, con la execrable traición de Marcos Rodríguez en los hechos de Humboldt 7 debe perseguir ocultas intenciones, que en todo caso solo han de servir para sembrar y promover confusión, desconfianzas y dudas en las nuevas generaciones.

Resulta lamentable que esta “singular apreciación” de los procesos políticos en los que estuvieron  involucradas las distintas fuerzas de orientación izquierdista, de centro o derecha,  no haya observado, que durante el periodo de la república mediatizada, no existió agrupación política o partido en nuestro país, que sufriera mayor agravio por conductas sectarias y otras de  mayor gravedad, cuyas consecuencias se han elevado a lo mas execrable de la conducta humana que el Partido Socialista Popular, en cuyo seno no tuvieron su origen ninguna de estas manifestaciones.

El PSP sufrió, no solo la conducta sectaria de agrupaciones de izquierda, quienes le apodaban los “Ñangara” excluyéndole su participación en acciones conjunta, sino también soportó  la sistemática represión y el consuetudinario ASESINATO IMPUNE DE SUS LÍDERES, por los aparatos represivos. Recordemos a Julio Antonio Mella, Paquito Rosales, Jesús Menéndez, Aracelio Iglesias, Fulgencio Oroz y otros muchos.

Seguro estoy, que la elección y el abordaje puntual de momentos de alta sensibilidad política en la historia de nuestra patria con propósitos de atomizar el confusionismo y, el manejo con “magistral” habilidad mediática de referencias al pensamiento de nuestro Comandante en Jefe, para incorporarle apócrifa fuerza a sus disparatados planteamientos de pérfidos objetivos.

Aun cuando resulta evidente la manipulación consciente del autor de hechos históricos bien conocidos, conducta atribuible a mal disimuladas posiciones revisionistas y nada revolucionarias, lo invito a acompañarnos en la dura pero digna tarea de continuar construyendo un socialismo próspero y sostenible junto a nuestro pueblo.

Los verdaderos revolucionarios nunca hemos sido, ni seremos excluyentes.

 

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