Por: Ileana González.
Las muestras de rechazo a las amenazas realizadas por un conocido usuario de las redes, contra honestas personas, no aparecen, por lo que me veo obligada a escribir sobre ese hecho.
El silencio alrededor del mismo pone al descubierto la hipocresía con que actúan algunos en las redes, al mostrarse escandalizados y preocupados por otros de semejante carácter, aun cuando tienen una menor connotación y peligrosidad que la del hecho ignorado.
Hace unos meses, una amenaza proferida contra el propietario de un blog de enlodada trayectoria, por una persona prácticamente desconocida en las redes, levantó una polvareda mediática, a pesar de no entrañar riesgo alguno para el que iba dirigida, quien oportunista y hábilmente aprovechó lo ocurrido para promover una campaña en su apoyo que le propició los consabidos beneficios en el posicionamiento mediático de su blog.
En su defensa salieron desde connotados contrarrevolucionarios, hasta reconocidos intelectuales de trayectorias revolucionarias, todos “indignados” y dispuestos a llegar hasta el enfrentamiento físico por proteger a la “victima”.
Las expresiones de rechazo y censura del hecho, así como de apoyo al “atribulado” reportero, fueron innumerables.
Al autor de la amenaza y a la periodista Norelys Morales que publicó el texto “amenazante” se les trató como si fueran dos sicarios desalmados dispuestos a matar, tal fue la actuación que montaron.
Sin embargo, ahora el contrarrevolucionario Abraham Jiménez Enoa, que trabaja para la plataforma subversiva, “El estornudo”, ha injuriado y amenazado al periodista de Trabajadores Joel García y a su esposa Yusania, funcionaria del Comité Central del PCC y nadie ha dicho nada, parece que perdieron la capacidad de hablar.
Debo resaltar que las expresiones de este sujeto son contentivas de delito, esto sin considerar que publicó en su muro vulgares y amenazantes comentarios.
Es paradójico que revolucionarios, defiendan a un individuo carente de prestigio profesional y de ética, que en sus publicaciones ataca abierta o solapadamente a la Revolución, y guarden silencio cuando un honesto periodista y su digna esposa, ambos revolucionarios, son amenazados. Vaya contradicción.
Quizás el amiguismo y la coincidencia no admitida públicamente, con las opiniones políticas y de visión sobre los problemas que afectan la sociedad cubana de este sujeto, los compulsaran a lanzarse al ruedo por él.
De lo que si estoy segura es que no fue el sentido de justicia el que guió su actuar.
Tampoco se ha manifestado la “víctima” de la anterior “amenaza”, a causa de la cual fue a la UPEC y al MINREX a reclamar justicia y protección, por fingidos temores de ser agredido, conducta oportunista que hoy queda al desnudo. Lo demuestro.
En su post, “Respuesta de la UPEC sobre las amenazas”, publicado el 3 de marzo del 2017, bajo su firma, plantea que le había expresado a los directivos de esa organización que lo atendieron, lo siguiente: “Que “explicar” que no se debe amenazar con golpizas a los demás periodistas puede ser aceptable para conversar con un adolescente pero no con una señora mayor y periodista”, y agregaba, “no estar conforme con la respuesta porque creaba un antecedente nefasto de impunidad”.
Mi pregunta, ¿Qué hay que hacer con Abraham Jiménez Enoa, que no es ningún adolescente, para que no queden impunes las injurias y amenazas que profirió contra un periodista y su esposa?
Esto va dirigido al que fríe las salchichas, a los que se la comen, a los que se consideran sus hermanos y a todo el que le sirva el sayo.
Vamos a ver qué dicen ahora ese Ravioso, sus seguidores de Castas dede Cuba, los blogueros revolucionarios que apoyaron a ese mentiroso y los que
dudaron por un momento de las verdaderas intenciones de ese farsante aprovechado…
Pero ya vuelvo, voy a ver lo que puso ese Abraham Jiménez Enoa en «el estornudo» contaminante.
Vamos a ver qué dicen ahora ese Ravioso, sus seguidores de Castas dede Cuba, los blogueros revolucionarios que apoyaron a ese mentiroso y los que
dudaron por un momento de las verdaderas intenciones de ese farsante aprovechado…
Pero ya vuelvo, voy a ver lo que puso ese Abraham Jiménez Enoa en «el estornudo» contaminante.